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domingo, 13 de noviembre de 2011

Naughty Game_cap doce

1 comentario:
 

Summary: Isabella Swan no es la típica chica de 17 años, torpe, indefensa e inocente. Ella es atrevida, rebelde, decidida, no le importa decir lo que piensa ni lo que los demás piensen de ella, y, por sobretodo, es la chica más deseada de todo el Instituto desde que llegó. Cualquier chico moriría por tenerla, cualquier chica desearía ser su mejor amiga, Isabella era el objetivo de todos. Pero ella ya tenía a sus dos objetivos bien fijados. Pero, ¿qué ocurrirá cuando ellos terminen siendo diferentes a lo que aparentan?
Advertencia: Contiene escenas sexuales explícitas -por eso el rating M, daa-, lees bajo tu propia voluntad. Persona que no les gusten los trios -o LEMMONS de cualquier tipo-, RETROCEDAN. No me hago responsable bajo advertencia.
 **
12. Capitulo Doce: Fearful Confusion
“There are two strangers in my life…”
Naughty Game
By Ally Cullen-Black
&.
Bella POV
¿A dónde demonios me llevas? Le pregunté a Jasper luego de saliéramos del estacionamiento de la disco en su flamante Ferrari negro.
A mi departamento. Contestó secamente. Estaba enojado, y se notaba por su ceño fruncido y su vista centrada en la carretera. Daba miedo, y a la vez me excitaba.
Llévame a mi casa. Le ordené mientras me removía en el asiento de copiloto, sintiendo mi cuerpo arder y las gotas de sudor resbalar por mis piernas y cuello.
No. ¡¿Crees que te dejaría sola en ese estado?!
No me interesa lo que harías o dejaras de hacer. Llévame. A. Mi. Casa. Clavé mis uñas en el asiento. Todo ardía, y estaba transpirando por el calor que hacía en el auto. O a lo mejor, era yo y mis nervios mezclados con la droga.
Él se hizo de oídos sordos y aceleró aún más de la velocidad a la que iba. Sabía que mis palabras le habían producido algo, ya que en ese momento frunció el ceño sin mirarme, solo miraba la carretera y se saltaba los semáforos en rojo.
Llegamos a un lujoso edificio, donde Jasper ingresó en el estacionamiento y aparcó el auto.
¿Dónde estamos? Volví a preguntar, aunque ya sabía la respuesta. Te dije que…Me dejó con las palabras en la boca mientras se bajaba del auto e iba hacia mi lado.
Cuando llegó, me cargó de la misma forma en que lo había hecho en el bar, y cerró la puerta del auto con el pie. Él comenzó a caminar sin mirarme ni una vez.
Te dije que me llevaras a mi casa. Dije cuando nos metimos dentro del ascensor del edificio.
Y yo te dije que te traería a mi departamento. Contestó al fin mirándome a los ojos.
Sus ojos color miel estaban algo idos, y olor a tabaco y alcohol salía de su boca, embriagando mis sentidos. Él solo estaba algo borracho, pero al parecer no lo suficiente como para perderse. Jasper estaba muy consciente de lo que hacía y decía, a diferencia de mí. Yo reía estúpidamente, escondía mi rostro en su cuello cuando él me sonreía intentando no reírse de mí y de lo ida que estaba mientras el ascensor subía varios pisos.
El olor a masculinidad que ingerí cuando acerqué mi nariz a su cuello, hizo que el deseo comenzara a mezclarse con la cantidad de sentimientos que se arremolinaban en mi interior. Comencé a besar su cuello, haciendo que su respiración se acelerara y se apoyara contra el espejo para no perder el peso de ambos cuerpos, el mío y el suyo.
Bella…Jadeó sin contenerse.
Comencé a subir lamiendo y besando su cuello, su mandíbula, hasta la comisura de sus labios entreabiertos. Tomé el inferior en mi boca y pasé mi lengua por él sin quitar la conexión de nuestras miradas, donde sus ojos comenzaban a oscurecerse por el deseo.
Él bajó mis piernas al suelo antes de tomarme por la cintura pegándome a su sudado y fornido cuerpo y besarme con pasión. Le correspondí embriagándome con su sabor y su olor. Me sentía en el paraíso.
Las puertas se abrieron, y él comenzó a caminar saliendo del ascensor sin soltarme y sin cortar el beso. Me apretó contra una pared y sus manos bajaron a mis piernas, las cuales acarició dulcemente, quemándome con el tacto de sus suaves manos, antes de tomarlas a ambas y llevarlas alrededor de su cintura, dejándome apoyada contra la pared y en el aire. Jadee cuando sus manos fueron a mis nalgas por debajo de mi short negro, y las apretó con una pizca de timidez. 
Mis brazos rodeaban su cuello, mis manos estaban perdidas y enredadas en su enmarañado cabello, y mi lengua batallaba con la suya con rudeza. Su lengua enredaba la mía, y la tiraba haciendo que sintiera cómo comenzaba a mojarme, mientras él ingresaba en lo que supuse debió haber sido su departamento. Solté su boca y bajé por su mandíbula a su cuello.
Bella…Jadeó tragando en seco y desenredando mis piernas de su cintura para depositarme en el suelo.
Me separé confusa, viendo como él suspiró y se giró dejándome allí, sola y excitada. ¿Qué demonios le ocurría? Lo seguí, y llegamos a una cocina. Jasper tomó un vaso y lo llenó de agua antes de tomarlo todo de una sola vez.
Yo…no quiero hacerlo contigo si no estás consciente…Dijo sin girarse a mí, dejando el vaso donde estaba antes.
¿A qué te refieres con “consciente”? Pregunté acercándome a él, y haciéndome la tonta.
Sabes a qué me refiero, Dijo girándose a mísé que te drogas, Bella.
Arrugué la nariz sobre-actuadamente. No me gustaba cómo sonaba el verbo ‘drogar’. Prefiero llamarlo “volar”. Comenté con diversión contra sus labios mientras pasaba mis brazos alrededor de su cuello, dejándolo aprisionado entre mi cuerpo y la encimera.
Jasper tragó en seco antes de hablar. No voy a acostarme contigo mientras estés volando. Al menos, hasta que no estés consciente…
¿Y quién dijo que No estoy consciente? Lo interrumpí rozando mis labios contra los suyos, provocándolo.
Isabella…Susurró cerrando sus ojos, con la respiración acelerada, y sus manos apretando el borde de la encimera, intentando de esa forma contenerse. Mi nombre completo nunca sonaría tan endemoniadamente bien, a no ser que saliera de los labios de Jasper.
Besé la comisura de sus labios, sus mejillas, sus párpados, y bajé hasta su oreja besando delicadamente cada centímetro de piel en su rostro.
Estando o no volando, te deseo, Jasper. Susurré en su oído antes de morder el lóbulo de su oreja.
Un sonido gutural salió de su garganta antes de tomarme por la cintura y besarme con desesperación. Sus besos eran tan adictivos, tan demandantes, tan… malditamente necesarios. Me sentía como si nunca en mi vida hubiera respirado, y esos besos me devolvían el aire que necesitaba.
El sonido de su celular nos hizo separarnos de mala gana. Jasper miró la pantalla y frunció el ceño al ver quién era el que lo llamaba.
Ya vuelvo. Dijo antes de salir de la cocina, y luego del departamento. ¡Genial! Me volvía a dejar sola. Suspiré y me fui hacia la sala en la que habíamos entrado.
Todo era tan lujoso. Un sofá de cuero negro estaba cerca del ventanal, y en frente había un televisor plasma. Casi todas las paredes del departamento eran de vidrio, que daban una excelente vista a la ciudad. El lugar era hermoso, y costoso. Se notaba que tenía dinero, y de sobra.
Me acerqué al estéreo que había en un mueble, obviamente lujoso y costoso; y lo encendí. Una *canción que me encendió completamente, hizo que el efecto de las drogas volviera. Era como si en el momento en el que Jasper me besó, más que sentir esa ‘libertad’ proveniente de la pastilla, sentí cómo el deseo y la lujuria llenaban todo mi cuerpo. Ahora que Jasper se había ido a no sé donde, la droga volvía a tomar el lugar.
Mientras me movía siguiendo la música, me acerqué a los estantes llenos de fotos. Allí había portarretratos de Rosalie y Jasper de niños; de adolescentes, junto con Edward, Alice y Emmet; y había una foto en la que aparecía Jasper y Edward abrazando a… ¡JANE!
¡¿Qué demonios significaba eso?! ¿¿Por qué mierda Jane estaba en una foto abrazando a Mis dioses??
Recorrí con mi mirada el estante para ver si habría otra, y ¡bingo! Había una más en las que ambos la besaban, y no era ningún beso ligero ni amistoso. ¡¡NO LO PODÍA CREER!! Maldita arpía, me las iba a pagar…
—Lo siento, era Rosalie. Se preocupó al no encontrarme en el bar. En fin, hermanas…—Dijo la última palabra con ironía.
Yo lo único que sentía era esa adrenalina de furia, y ¿celos?, subir por mi cuerpo. Mi respiración era acelerada y mis manos apretaban con fuerza el puto portarretrato. (N/A: Es decir que lo tenía entre sus manos)
—¿Está todo bien? —Preguntó al percatarse de mi cuerpo totalmente tensado.
Me giré enojada y le tire el portarretrato sobre el sofá de por medio que nos separaba.
—¡¿Quieres explicarme qué demonios significa esa fotografía?! —Jasper me miró confundido mientras se acercaba a tomar el portarretrato. Cuando lo tuvo frente a sus ojos, entendió mi enojo.
Él frunció el ceño cerrando sus ojos y respirando aceleradamente, demostrando así cómo el enojo iba entrando en él. Se giró, y aventó el portarretrato hacia la pared con fuerza. ¡Ah, claro! Ahora él se hacía el enojado. Sí, como no.
—¡Explícame qué demonios tiene que ver ella contigo, Jasper! —Le grité completamente cegada por el enojo. Tenía ganas de…de…matar a alguien, y sabía a quién sería. Él se quedó en silencio mirando la fotografía, perdido en sus pensamientos. Resoplé antes de disponerme a salir de aquel lugar.
Me sentía mal. Era como si de golpe me *sacaran el oxígeno. No podía estar un segundo más en frente de Jasper, sentía que él ya tenía dueña, y esa dueña era…Jane, por más que odiara y me dañara admitirlo. Yo no tenía nada que hacer en su departamento, y de haberlo sabido antes, cuando Jane se descompuso, lo hubiera llamado a él. Lo único que no entendía era dónde cabía Edward en todo esto. En la foto, él también la besaba.
¡Agh! Era demasiada confusión para mi mente nublada por las drogas en ese momento.
Salí lo más rápido que pude de allí. No estaba dispuesta a seguir sintiendo cómo el aire comenzaba a faltarme. Cuando me metí en el ascensor, y antes de que las puertas se cerraran, Jasper salió de su departamento, dispuesto a detenerme.
—¡Bella! —Gritó antes de que las puertas se cerraran.
Me apoyé contra el espejo sintiendo mi pecho arder, al igual que todo mi cuerpo, sobre todo mis manos. Sentía las gotas de sudor resbalarse por mi cuello, y mi cuerpo temblar. Dejé caer mi cuerpo al suelo, sintiendo una punzada en la parte izquierda de mi pecho.
¿Cuándo fue la última vez que me sentí así, que me sentí tan…asfixiada? Fue cuando Daniel me tomó a la fuerza, sin mi consentimiento. Cuando él me violó.
Apenas la puerta del ascensor se abrieron, salí corriendo desesperada, como alma que lleva el diablo. Llegué afuera del lujoso edificio, y tropecé, cayendo de rodillas al suelo.
—¡Mierda! —Gemí de dolor mientras intentaba ponerme en pie.
Una vez que lo logré, me quité los zapatos, y comencé a correr con ellos en mis manos.
—¡BELLA! —Gritó a todo pulmón Jasper mientras escuchaba sus rápidos pasos. —¡VUELVE AQUÍ, MALDITA SEA! —Volvió a gritar exasperado.
Su tono no hizo más que asustarme, por lo que comencé a correr todo lo que mis piernas me daban. Pero justo en la esquina, apareció la persona que menos hubiera deseado que lo hiciera en ese maldito momento. Edward.
Él apareció de la nada, pero como si supiera lo que ocurría. Me frené de golpe, sabiendo que si llegaba a él no me dejaría irme, sabiendo que si intentaba volverme, Jasper me lo impediría. ¡Diablos! Estaba atrapada.
Pero como si en ese momento Jake fuera mi gemelo y sintiera toda la mierda que yo, apareció frenando de golpe su descapotable a mi lado.
—Vamos. Sube. —Ordenó con furia. Lo hice algo adolorida y mareada. La maldita pastilla estaba dejando de surtir efecto, dando paso a los efectos secundarios. Mierda…
Jake aceleró mientras yo me recostaba en el asiento, sintiendo el frío aire golpear contra mi rostro sudado. Ni siquiera me giré a ellos, a pesar de que algo dentro mío deseaba hacerlo, deseaba quedarse con ellos y dejar que me explicaran toda la mierda que tenían con Jane. A pesar de que el maldito miedo me dominó, por primera vez luego de cuatro putos años, todo mi ser quería quedarse con ellos.
Un insistente zumbido comenzó a penetrar mi mente, molestando de sobremanera. Bostecé cansada mientras masajeaba mis sienes con los dedos, intentando que la maldita molestia se fuera.
Jake se rió de mi expresión. —¿Qué te tomaste, Bella? —Preguntó divertido.
Gemí adolorida en contestación, sintiendo un dolor eléctrico subir desde mis rodillas hasta mi cabeza.
—¿Qué le ocurrieron a tus piernas? —Preguntó esta vez preocupado.
—Me caí. —Contesté bostezando. El sueño se iba apoderando de mí, al igual que el punzante dolor en mi cabeza.
Él volvió a reír. —Bella, ¿es la primera vez que vuelas? —Preguntó con una entera confianza sobre el tema, como si siempre hubiéramos hablado de ello. Él no sabía que yo me drogaba, al menos eso pensaba yo. Lo miré de reojo confundida. —Oh, vamos... No soy idiota, Nany. —Dijo dándome una de esas miradas, levantando una ceja y sonriendo ligeramente de lado.
Rodee los ojos. —Volando, no. Pero probando uno nuevo, si.
—Con razón tienes esa vista de echa mierda. —Comentó riendo.
Le mostré el dedo del medio. —Gracias, eres amable. —Jake me guiñó un ojo sonriendo animado.
—Pero te entiendo, una vez que pruebas algo y te acostumbras a ello, luego es difícil probar algo nuevo. Vale intentarlo…
Jake siguió y siguió hablando. Yo estaba lejos. Me había quedado con mis dioses a pesar de todo. Había sido una estúpida por huir así, pero ya no había vuelta atrás. Mi suerte era una mierda.
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.
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—Sí, papá. Tranquilo, la casa está bien…—Contesté mientras me sentaba en el sofá de mi casa.
Estaba hablando por teléfono con Charlie, y el muy mal nacido, en vez de preguntarme cómo estaba yo, me preguntaba cómo estaba la casa. Idiota. ¿Qué se pensaba? ¿Qué iba incendiarla? No era una niña y tampoco una inútil.
Luego de que Jake me trajera a casa, caí en profundo y hermoso sueño, en los que los protagonistas eran Edward y Jasper. Aún me debían una explicación, como yo les debía unas disculpas. ¡Pero, bah! Yo no era de andar disculpándome con todos. Nunca lo hice, y nunca lo haría.
Me valía una mierda si la otra persona se quedaba enojada conmigo de por vida, era SU problema…
Continué con la falsa y amistosa charla con Charlie, que luego de unos minutos, terminó despidiéndose y pidiéndome que me cuidara y prometiendo que llevaría regalos. Corté sintiendo esa opresión otra vez en mi pecho. Necesitaba olvidar lo sola y descuidada que me sentía por mis propios padres. Y aunque ya se suponía que debía acostumbrarme a ese descuido departe de ellos, aún seguía doliéndome. Corrí a mi habitación y encontré el bolso de Jane a un lado de mi cama. Lo tomé y busqué algo para poder distraerme. Y, ¡bingo! Encontré una bolsita con pastillas. Eran de un color negro rojizo, por lo que únicamente me tomé una, con miedo a que fuera demasiado fuerte como la anterior.
Una hora más tarde, estaba completamente en la nada. Todo iba con demasiada lentitud, dándome gracia. La música sonaba en ecos, pero de seguro estaba mucho más que fuerte. Me paré sobre el sofá y comencé a saltar, sintiendo que lo hacía sobre una esponjosa y suave nube. Logré distinguir el sonido del timbre, pero no le di importancia y seguí con mi baile idiota sobre el sofá.
Sentía un fuego recorrer mi cuerpo entero. Era una extraña adrenalina que me hacía querer gritar a los cuatro vientos lo jodida que estaba. Quería follarme a todo el mundo y no me arrepentiría de ello.
Devilbella: -¡Cariño, estamos en el puto paraíso del infierno! -gritó ella festejándome la pequeña fiesta que hacía en mi cabeza.
“¿Dónde está Ángelbella?” pregunté sorprendida al no verla por ningún lado regañándome.
Devilbella: -La jodida pastilla que tomaste no la dejó venir, es como un escudo para ella -dijo con una sonrisa divertida en el rostro- ¡Belly-Bells! ¿Qué dices si salimos a divertirnos con Peter?
Cuando oí el nombre de Peter en mi cabeza, sonreí feliz. Él era Mi proveedor de caramelos en Phoenix, que se mudó a Seattle tres meses antes que yo por negocios. Sufrí horrores cuando él se fue, muchas veces tuve que caminar noches enteras buscando algún proveedor de mis caramelos. Por suerte, siempre lo conseguía.
Tomé mi celular y marque su número que me lo sabía de memoria. A los dos pitidos, contestó confundido.
—¿Quién habla? —Preguntó preocupado.
—¡Peter! ¿Cómo estas, cariño? —Dije perdiendo el equilibrio de mi cuerpo y cayendo de rodillas al suelo. Reí estúpidamente.
—¿Bella? Hey, no te escucho... ¡Baja la música! —Gritó por el teléfono.
—Okey, de acuerdo, aguafiestas…—Dije mientras me ponía en pie y me dirigía al estéreo. —¿Mejor? —Pregunté una vez que bajé el volumen mientras me tiraba sobre el sofá.
Él rió antes de hablar. —¿Dónde estás, cielo? —Coqueteó con diversión.
Peter Wayland, el mayor traficante y mafioso de drogas, alcohol, y toda esa mierda. Lo conocí el día que decidí meterme dentro de la jodida vida de los ‘voladores’, y él fue el primero con el que follé por mi cuenta. Pero solo había sido una vez, y en una vez se quedaría. Al menos así me hizo prometerlo ese día.
Reí estúpidamente antes de que mi mente consumida en la droga hablara. —Estoy…en el puto paraíso del infierno…—Repetí exactamente las mismas palabras que Devilbella me había dicho. Peter soltó una carcajada casi incontenible.
—Okey, escucha. Tengo algo que puede gustarte…—Dijo una vez que se calmó. —Esta noche. En el Moonlight. Te  espero. —Dijo. Reí antes de colgar.
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Sí, ya lo sé, girls... "Este cap ya está en FF.net". (;
Pero bueno, actualizando che... :D
Peace. Out.
Ally C-B.

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